OBLIGADA POR MATRIMONIO
NALINI SINGH
Extracto capitulo 1
Su corazón palpitaba mientras él se acomodaba a su lado, ocupando el asiento del piloto. Tomando el control. Un hombre que sabía lo que quería y exactamente cómo lo quería, su prometido no era alguien que alguna vez podría ser ignorado.
Aunque él era alto y fuerte sin lugar a dudas, su musculatura era esbelta y poderosa, no voluminosa. Cuando él se movía era como ver un caballo salvaje en su mejor momento; saludable, magnífico y orgulloso. Las descoloradas cicatrices de quemaduras en su brazo izquierdo y en su espalda no disminuían en nada eso, estas probablemente incluso contribuían a la aplastante masculinidad que lo rodeaba. Considerando además los ojos verdes y aquel cabello con reflejos dorados, y casi parecía como si él se hubiera vuelto más atractivo durante el año que ella estuvo ausente… más inconveniente para ella.
Gabe podía tener el aspecto que detenía en seco a las mujeres, pero era la misma clase de belleza de un tigre en la selva, peligroso y definitivamente intocable. No era la primera vez, que ella se preguntaba si estaba loca por casarse con un hombre acerca de quien sabía tan poco, a pesar de que ella había crecido como su vecina.
«Entonces, ¿qué has aprendido en Los Ángeles?», preguntó él, mucho después de que ellos estuvieron seguros en el aire.
Todavía nerviosa por el efecto de su beso, ella tuvo que luchar para mantener la calma en su voz. «Que yo puedo pintar”.
«Ambos sabíamos eso, Jess. Es por eso que fuiste a los Estados Unidos en primer lugar»
«Cierto». Ella había querido estudiar con el reconocido pintor Genevieve Legraux. «Lo que quise decir es que descubrí que puedo pintar en un nivel que podría mantener una carrera». Este había sido un descubrimiento sorprendente para una mujer que había pasado toda la vida ayudando a sus padres en su pequeña granja de ovejas, arrebatando sólo pedazos de su tiempo para su arte.
«Genevieve me animó para que presentara mi trabajo en algunas galerías». Ella incluso se había atrevido a enviarle algo a Richard Dusevic, el propietario de una galería en Auckland y muy bien conectado, quién podría hacer que la carrera de un artista fuera un éxito o un fracaso”.
«No mencionastes eso durante mis llamadas»
Ella se encogió de hombros, su mente regreso a esas conversaciones dos veces por semana. Ellos no habían hablado más que unos pocos minutos, pero inevitablemente habían dejado sus sentimientos perdidos y confusos. «Quería mostrarte las pinturas originales”. Porque ella sabía que Gabe sólo confiaba en los simples hechos. «Ellos deberían estar llegando pronto…yo los embarqué».
El sol se reflejaba sobre su cabello mientras él asentía con la cabeza. «¿Vas a extrañar Los Ángeles?»
«No». Ella miró por la ventana. Estaban pasando sobre el área de trabajo en las llanuras de Canterbury.
Pronto estarían en las tierras de los Mackenzie, un impresionante pedazo de paraíso escondido a la sombra de los Alpes del Sur de Nueva Zelanda y el único lugar que ella siempre había llamado su hogar. «Necesitaba salir de aquí por un tiempo pero no para siempre. Ya estoy de vuelta para quedarme».
«¿Es así?»
Al percatarse de su tono, ella se volvió desde la ventana. «¿Qué tipo de pregunta es esa? Vamos a casarnos… a menos que hayas cambiado de opinión”.
Quizás él en realidad se había enamorado de alguna de aquellas sensuales mujeres, seguras de sí mismas, quienes adornaban su cama en un desfile que nunca terminaba. Sus manos se curvaron en puños ante el pensamiento.
«Estoy listo». Él hizo un pequeño ajuste con los controles. «Es de ti de quién estoy preocupado».
«Prometí que regresaría lista para el matrimonio. Y lo hago». Conmocionada por los golpes de los gemelos que provocaron la muerte de su padre y el embargo de la estación Randall, ella no había tenido la fuerza para ser la esposa de nadie doce meses atrás, mucho menos para un hombre como Gabriel.
«Damon y Kayla se han separado»
Su mente no podía dar sentido a las palabras. «¿Qué? Pero creí que habías dicho Kayla estaba embarazada».
«Considerablemente. Su novio la abandono hace tres meses».
Esto fue una bofetada. «Damon es mi amigo, nada más.» Sus puños apretados con suficiente fuerza para dolerle.
«¿No importa lo mucho que tú desees lo contrario?». Él la miró, sus ojos tan fríos que ella no pudo ver nada excepto su propio reflejo.
“Sí. No importa lo mucho que yo desee lo contrario», admitió ella, a pesar de su humillación. “Él nunca me amo, no como él ama a Kayla».
«No parece mucho a cómo él es en realidad. El muchacho coquetea con cualquier cosa que tenga un par de pechos”.
Las contundentes palabras enrojecieron sus mejillas. «Es apenas un muchacho. Tiene la misma edad que yo». Y a los veintiséis tenía edad suficiente para crecer y crecer duro.
«Está actuando como un niño en este momento». Gabe ignoro su declaración. A los treinta y cinco, él tenía nueve años más y la diferencia nunca fue más evidente que en este momento.
«¿Cómo sucedió?», le preguntó ella, un ruido blanco estrellándose a través de su mente. «¿Y por qué no me lo dijisteis antes?»
Él le dirigió una mirada extraña. «¿No lo hizo Damon?”
«¿Qué?» Ella coloco su cabello detrás de las orejas. «No, no hemos hablado desde que yo me marche».
«¿Nunca?»
“No”, mintió ella, tratando de no pensar en aquella única llamada telefónica que Damon había hecho desde un bar hace cuatro meses.
Él había estado borracho, pero él había dicho cosas que ningún hombre casado debería haber dicho… cosas que ella no debería haber escuchado. «¿Esto se ve mal?»
«El rumor es que ellos van a divorciarse”.
«Pobre Kayla».
«¿Hipocresía, Jess? No me esperaba eso de ti»
Sus mejillas ardían de nuevo. «No me importa lo que tú pienses, no le desearía esa clase de dolor a ninguna mujer. A menos que… ella pidiera la separación»
«No por la forma que ella luce”.
«No puedo creer que Damon terminara su matrimonio»
“Quizás, él finalmente comprendió lo que había dejado ir». No había ninguna duda en el desafío en la voz de Gabe. “¿Qué vas a hacer?»
«¿Hacer?» Ella aún estaba conmocionada por las implicaciones de su primera frase.
«Vamos a casarnos mañana y planeo que nosotros permanezcamos de esa manera. Así que si pretendes ir detrás de Damon, seguro como el infierno mejor me lo dices ahora»
Jess tomo una temblorosa respiración y la libero otra vez. «¿Cómo se supone que voy a tomar cualquier tipo de decisión justo en este mismo momento?
«De la misma manera que decidiste casarte conmigo y utilizar mi dinero para ir a los Ángeles»
“¡No me lances eso a la cara! Tú estuviste de acuerdo en que yo abandonara la región durante un año»
La piel bronceada se tensó sobre el ángulo de la despiadada mandíbula. «Responde la maldita pregunta. ¿Quieres casarte, si o no?»
En verdad, ella realmente no tenía otra opción. Si ella se echaba atrás, perdería finalmente su frágil control sobre la tierra que una vez había sido el rancho Randall. «¿Cuándo hay que volver a comprar el rancho Randall?». Gabe nunca había querido este particularmente.
La única razón porque él había intervenido en el embargo por la hipoteca era porque ella había ido a suplicarle. Pero eso no cambiaba el hecho de que ahora él era dueño de ésta. Dueño de ella.
Él resoplo. «Tú no tenías esa cantidad de dinero entonces y no lo tienes ahora.
Tampoco Damon”.
Ambos hechos eran innegables. Ella también estaba en deuda con Gabe por el año en Los Ángeles, un año que ella había necesitado tan desesperadamente para crecer. Y crecer era exactamente lo que ella había hecho. Ella podría amar a Gabe, pero le había hecho una promesa a su padre en su lecho de muerte y la cumpliría. Un Randall siempre permanecerá en la tierra de los Randall. «Me casaré contigo».
“Vas a firmar un acuerdo pre nupcial».
Ella escuchó la declaración no dicha en forma alta y clara. «No voy a tratar de recuperar la tierra con el divorcio. La comprastes en forma libre y limpiamente». Y al hacerlo así, él había salvado esta de los urbanizadores, quienes la habrían destruido por completo.
Pagar el precio que él había exigido, el matrimonio, no pareció como un sacrificio entonces. Sobre todo porque creía que el matrimonio no exigiría nada de ella en términos de compromiso emocional, permitiéndole mantener su cuerpo y su alma a salvo.
Protegida. Nunca había pasado por la cabeza de ella que Gabe no le permitiría esa distancia.
Hasta que él la había besado.
«Mi abogado te traerá los papeles mañana temprano”.
“Está bien». El dinero de Gabriel en sí mismo nunca había sido lo que ella buscaba. Perder el derecho de poner un pie en la misma tierra que le había sido encomendada para que ella conservara, era algo que no podía soportar.
El silencio llenó la cabina del piloto. Dejar caer la cabeza contra el asiento, trató de pensar más allá del doloroso nudo en su garganta. Damon estaba separado. Una pequeña, egoísta parte de ella, la parte que había amado a Damon siempre, quería decirle a Gabe que suspendiera la boda. Pero ella había dejado de mentirse a sí misma hace mucho tiempo. Aunque Damon estuviera actuando como un hombre soltero de nuevo, él nunca la había visto como algo más que su mejor amiga.
Para contrarrestar esa lógica su mente insistía en recordar la inesperada llamada telefónica de Damon, las cosas que él había dicho. Tragando, ella se defendió con el conocimiento de que él había estado bebiendo. Él no había tenido intención de decir eso. Cualquiera parte de eso. Ella no podía permitirse el lujo de pensar de otra manera.
«¿Qué pasa con la pérdida de peso?», la aguda pregunta de Gabe corto a través del aire como un cuchillo.
«Sólo sucedió». Una combinación de dolor, shock y tensión de aquellos primeros meses en una ciudad extraña.
“Pensé que estarías contento». Como sus mujeres siempre habían sido bellezas de miembros largos, delgadas. Incluso ahora ella era baja y no lo suficientemente delgada.
«No me estoy casando con tu cuerpo»
Ella se mordió el labio inferior. «No». A pesar de ese beso devastador, ella sabía demasiado bien que el rico, exitoso y extremadamente atractivo Gabriel Dumont no estaba casándose con ella por su cuerpo. Tampoco él se estaba casando con ella por su ingenio o su conocimiento de la vida en un rancho de ovejas. No, Gabriel se casaba con ella por una simple y práctica razón: a diferencia de cualquier otra mujer que alguna vez se hubiera cruzado en su camino, ella no tenía ilusiones románticas acerca de él.
Ella no quería o esperaba que él la amara, no ahora, no alguna vez. Y eso hacía completamente adecuado casarse con un hombre que no tenía capacidad de amar y que no quería ser molestado con una esposa que perturbara su vida
con sueños de romance. «Conseguí un vestido para la boda en Los Ángeles”, dijo ella, en un esfuerzo por llenar el vacío entre ellos.
Gabriel no estaba convencido de la aparente calma de Jess. «¿No estas al menos un poco dudosa?”.
«Me diste un año. Ya estoy lista».
Read Full Post »
Debe estar conectado para enviar un comentario.