INTREPIDO
Diana Plamer
El agente de la DEA Rodrigo Ramírez es enviado en secreto a la granja del hermanastro de Gloryanne Barnes en Jacobsville, Texas, donde él esta encubierto para desbaratar un cártel de de trafico de drogas nuevo y vicioso. Gloryanne es simpática, inteligente y con ferozmente independiente, pero su trabajo la ha puesto en peligro con el mismo criminal que Rodrigo investiga. Ella es presentada al nuevo administrador agrícola quién es bastante enigmático, Rodrigo, un hombre que es mucho más de lo que él parece.
Confuso y amargado sobre el amor, conducido por su peligroso trabajo, Rodrigo no seguro si su imprudente oferta de matrimonio a la tentadora Gloryanne es solamente el medio para completar su misión, o algo más. Pero como el milagro agridulce de Gloryanne y la doble vida de Rodrigo chocan, ellos deben afrontar la verdad del uno sobre el otro, y decidir si hay una posibilidad para el futuro que ellos en secreto desean.
Extracto del capitulo 1
«No iré», Gloryanne Barnes murmuró.
“Alto, elegante el detective Rick Márquez se limitó a mirarla, sus ojos oscuros inflexibles. «Hey, no vayas. No hay problema. Tenemos una bolsa de plástico justo de tu tamaño en la oficina del propio médico examinador”.
Le tiró un pedazo de papel arrugado por encima de la mesa hacia él.
Él lo cogió con una mano delgada y arqueó una ceja. «Asalto a un oficial de paz…»
«¿No citaras la ley para mí», replicó ella, levantándose. «Puedo citar los precedentes jurídicos de memoria».
Ella camino alrededor de la mesa poco a poco, estaba más delgada de lo que solía ser, pero seguía estando atractiva en su traje de color beige. La falda a media pantorrilla, por encima de los pies pequeños, los tobillos en los altos tacones que mostraban de forma halagadora sus piernas. Ella se sentó en el borde de la mesa. Sus pómulos salientes estaban ligeramente enrojecidos por la cólera, y algo más preocupante.
Ella tenía el cabello muy largo, de color rubio claro, el cual llevaba suelto, de forma que caía en una cascada hacia su espalda, casi hasta su cintura. Tenía los ojos de color verde pálido y una frente ancha, con el arco perfecto de su boca bajo la nariz recta. Ella no usaba maquillaje y no era necesario. Su tez era perfecta, sus labios un color malva naturales. No iba a ganar ningún concurso de belleza, pero ella era atractiva cuando sonreía. Ella no sonreía mucho por estos días.
«No voy a estar más segura en Jacobsville de lo que estoy aquí», dijo, cansada de repetir los mismos viejos argumentos, que había estado usando durante los últimos diez minutos.
«Tú», insistió. «Cash Grier es el jefe de la policía. Eb Scott y su amigo ex-mercenario viven allí también. Es un pueblo pequeño en donde cualquier extraño se notará de inmediato».
Ella tenía el ceño fruncido. Sus ojos, detrás de los marcos de moda de las gafas que de vez en cuando llevaba en lugar de los lentes de contacto para su miopía extrema, se quedaron pensativos.
«Además», jugó su carta de triunfo «, dijo tu médico…»
«Ese no es su negocio.» Ella lo cortó.
«¡Lo es si caes muerta en tu escritorio!», Dijo él, debido a la indiscreción de su terquedad. «¡Eres el único testigo que tenemos a lo que dijo Fuentes! Podría matarte para hacerte callar! »
Sus labios formaron una fina línea. «He tenido amenazas de muerte desde que salí de la universidad y tengo un trabajo aquí como asistente del fiscal «, respondió ella. «Va con el trabajo».
«La mayoría de la gente no quiere decirlo literalmente, cuando amenazan con matarlos», le respondió ella.
«Fuentes no. ¿Realmente tengo que recordarte lo que le sucedió a tu compañero de trabajo, Doug Lerner, hace dos meses? Mejor aún, ¿te gustaría ver las fotos de la autopsia? »
«No tienes ninguna foto de la autopsia que todavía no haya visto, detective Márquez”, dijo en ella voz baja, cruzando los brazos a través de su torso, los senos pequeños. «No estoy realmente conmocionada».
En realidad se quejó en voz alta. Sus manos se movían en los bolsillos, lo que permite vislumbrar su arma automática calibre .45 que llevaba en su cinturón. Su pelo negro, casi tan larga como el suyo, se reunía en una cola de caballo en la nuca. Tenía los ojos negro azabache y una piel aceitunada sin defectos, por no hablar de una boca amplia y sensible. Él era muy guapo.
«Jason dijo que tendría un guardaespaldas», dijo ella, cuando el silencio se hizo evidente.
«Tu hermanastro tiene sus propios problemas», respondió. «Y tu hermanastra, Gracie, no sería ninguna ayuda en absoluto. Ella es tan atolondrada que no recuerda donde se encuentra la mitad del tiempo! »
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