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Archive for 29 de marzo de 2010

UNA TORMENTA DE PASION

TERRI BRISBIN

Extracto del capitulo 14

“Él la trata más como una amante que como un criminal», le explicó el hombre a Steinar. «Ella no está encadenado y vive en su recamara como un huésped de honor, come los mejores alimentos, sin trabajar, excepto satisfacer las necesidades del Vidente».

«El Vidente la protege de Diarmid también, mi señor», dijo el otro hombre. «Cuando Diarmid quiso interrogarla la semana pasada, él se rehúso a permitirlo. Diarmid exploto, gritó y su cara se puso roja, ya sabe cómo él hace eso», señalo con la cabeza a los otros, “y el Vidente se quedó allí y se rehúso».

Justo en aquel momento, el Vidente y su mujer salieron de la torre y esperaron junto a la puerta. No podía ver la cara de la mujer, oculta como estaba bajo la capucha de su capa, pero todos en la torre saben que el Vidente coloca su polla en una sólo mujer, así que tenía que ser ella.

«¡Vete ahora, aquí viene mi hermano!», dijo Steinar, observando mientras se acercaba Diarmid. «Reúne toda la información que puedas encontrar y tráemela”, le ordenó mientra ellos se marchaban.

«Steinar», lo llamó Diarmid. «Necesito a seis de tus hombres para acompañar a Connor»

«¿Seis hombres, Diarmid? ¿A dónde va y cuándo?», le preguntó Steinar. El destino habitual era la granja en el lado sur de la isla, a la cual era más fácil llegar en barco. Aunque Diarmid creía que era propiedad de un amigo de la infancia del Vidente, Steinar había descubierto que Connor compró el terreno y pagó por las instalaciones, el ganado y los animales  para su abastecimiento, lo que realidad lo  hacia de su propiedad,  aunque estuviera bajo otro nombre. «¿Y por cuánto tiempo?»

«Dondequiera que él les diga que vayan y por el tiempo que sea necesario», ladró Diarmid hacia él. «Y cuando te doy una orden, hermano, es su deber no preguntar las razones para ello».

¿Cansado de ser quién llevaba a cabo cada capricho o voluntad del condenado Vidente, Steinar cruzó los brazos sobre su pecho y sacudió la cabeza. «¿Usted deja que su mascota favorita de órdenes a su alrededor como si fuera el señor aquí», espetó él. «¿Quién es el amo, y quién es la puta?»

Fue un error permitir que su ira tomara el control de sus palabras, porque Steinar nunca vio venir el golpe. Un momento él estaba insultando a Diarmid, y al siguiente estaba tendido en el suelo con el pie de Diarmid sobre él. El odio se apodero de sus venas mientras él se ponía de pie y se sacudió el polvo de la espalda.

«Seis hombres. Ahora», repitió Diarmid, ni siquiera espero esta vez a que Steinar reconociera el orden, sino que escupió en el suelo y se alejó. «Mientras él me sirva fielmente, cumpliré con sus peticiones», le dijo mientras se marchaba.

Steinar llamo con un gesto de su cabeza al hombre que permanecía como su segundo al mando. Aunque el grupo de guerreros de Steinar fuera un cuarto del tamaño del de Diarmid, él apostaba su vida, que ellos eran mejores y más fuertes que cualquiera que Diarmid pusiera en la batalla.

«Godrod», dijo él. «Mi hermano quiere que seis de mis hombres escolten al Vidente hoy día. Elige a los demás y dirígelos tú mismo»

Godrod se inclinó y se habría alejado para llevar a cabo las órdenes, si él no lo hubiera detenido con una mano en su brazo. «Si llega la oportunidad, tómala», dijo él, encontrando la mirada fija del soldado. «A cualquier precio».

El hombre asintió con la cabeza en señal de aceptación y se marcho para reunir a los otros que necesitaría. Steinar confiaba en que Godrod nunca haría nada que pudiera relacionarlo con él, pero sabía que si la situación se daba bien, él haría lo que fuera necesario.

Steinar se quedó para observar al Vidente acercarse a Godrod y explicarle su tarea. El soldado se llevó a dos de los hombres y se marchó delante de los demás, mientras el Vidente montaba un caballo, ubicó a la mujer detrás de él, y siguió a los otros fuera de la puerta.

Godrod le daría un informe completa cuando ellos se encontraran esa noche, así que en poco tiempo, él sabría más que Diarmid sobre los planes del Vidente para este día. Mientras tanto, él tendría que hablar con los hombres que Diarmid había invitado aquí para las visiones de la próxima semana, y plantar las semillas de la desconfianza allí para su uso posterior.

Connor instó a abrazarlo con fuerza, pasando los brazos de ella alrededor de su cintura y controlando el caballo con sus piernas. Aparte de la capa y su vestido, no había nada entre ellos, mientras salían por la puerta y lejos de la torre. Él le había pagado a Ranald una cantidad exorbitante de oro para que lo ayudara en sus esfuerzos de conseguir el permiso de Diarmid para esta excursión. Fingiendo la locura que era habitual inmediatamente después de la luna nueva, con sus arrebatos de cólera e ira, funcionaban bien, incluso ahora cuando él no sentía tales cosas.

Cuando él había regresado a sus habitaciones, dos días antes y la encontró de pie sobre la mesa, la cual ella había empujado contra la pared de modo que ella pudiera mirar el sol y el mar por la pequeña ventana en lo alto, él supo que debía encontrar una manera de conseguir que ella saliera antes de que se rompiera la otra pierna o algo peor. El plan de este día surgió de un comentario casual de Agnes, de hecho, revelando que sabía más acerca de Moira que él.

Él se había sorprendido al descubrir que ella le había confiado su verdadero nombre y origen a Agnes. Moira le había contado a Agnes sobre la vida cerca del mar y su afición por estar en el aire fresco y salado. De los mapas que él había encontrado en la colección de Diarmid, sabía que Quinag era una lejana península montañosa en el noroeste de la península de Escocia.

Ahora, ellos cabalgaron hasta una pequeña ensenada que él había encontrado a pocos kilómetros de distancia de la torre, cuando llegó por primera vez aquí. Aparte del mar, sólo había un camino hacia allá, y estaba rodeada por las paredes de los altos acantilados. Un lugar perfecto para hacer muchas cosas. Se encontraba frente al sur, de modo que la luz del sol de hoy debería calentar la pequeña playa y las aguas poco profundas atrapadas allí con la marea baja. Desviando la mirada hasta la posición del sol, él estimo que llegarían allí mientras la marea estaba en su punto más bajo.

Ella se acomodo más cerca de él, apretando con fuerza sus brazos alrededor de él, el miedo, que por fin ella había admitido de montar a caballo. A los barcos ella no le temía. A los carros o vagones, a ninguno de ellos. Pero para conseguir que subiera a su caballo a sus espaldas, justo ahora, había tenido que engatusarla y suplicarle, y un poco de amenazas, también. Él no esperaba una sonrisa de ella, pero sabía que su expresión se suavizaría cuando viera su destino.

Subieron hacia las montañas y se dirigieron al sur, hasta que él pudo ver el borde de los acantilados por delante de ellos. Con una señal a los guardias que iban por delante, él guió al caballo por el sendero que conducía a la playa. Él escuchó su grito de asombro, mientras bajaron por la senda empinada, pero pronto llegaron a la parte inferior y éste se niveló. Connor sintió la cabeza de ella enterrada en su espalda y esperó a que Godrod y sus hombres terminaran de buscar algo o a alguien peligroso para él. Una vez que los soldados siguieron el camino opuesto y los dejaron solos, él trato de nuevo de aflojar su agarre.

«Estas cortando mi respiración, Moira.  Puedes soltarte ahora».

Él se las arregló para aflojar su asimiento lo suficiente para levantar una pierna, pasarla por encima y deslizarse del caballo. La cogió de las manos, la tiró fuera y hacia sus brazos.

«Abre los ojos y mira dónde estamos», dijo él

Descargar Una tormenta de pasión, capitulos 14 y 15

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