DARK SLAYER
Christine Feehan
La noche les dio la bienvenida, los espacios abiertos, el cielo ahora pesado con nubes nuevas. Ivory inhaló profundamente, arrastrando a sus pulmones el aire de la noche, y rió solo por la alegría de estar afuera donde se sentía libre.
“Nunca hagamos eso de nuevo”, dijo ella.
Razvan le sonrió.
“Buena idea. Tú eres la que tiene buenos modales, insistiendo en agradecerles a todos”, dijo él, extendiendo sus brazos hacia las nubes grises e inhaló. “Creo que va a nevar sobre nosotros”.
“¿Debemos tomar a los niños e ir a casa?”, le preguntó ella con su lenta sonrisa equiparando la de él.
“¿Volamos? ¿Corremos?”, preguntó él arqueando una ceja hacia ella.
Ivory realizó una lenta y cuidadosa inspección alrededor.
“Pienso que por ahora deberíamos caminar”.
Razvan lanzó sus sentidos a la noche, tratando de recoger lo que ella sentía. No dudaba que alguno de los cazadores Carpathian los pudiera haber seguido para asegurarse que no se reunían con Xavier y le reportaban todo lo que habían hablado.
“Piensan que soy un espía”, dijo él. “¿Te molesta?”.
“En realidad”, lo corrigió ella, “piensan que ambos lo somos”, le envió una sonrisa divertida. “Pasé más de una vida humana pensando en la gente de los Cárpatos como traidores, y aún piensan en mi como la espía”.
“Porque estás conmigo”, señaló él. “Si lo deseas, cuando quieras visitar o hablar con ellos para reunir información, no me lastimaría que vayas sola al pueblo. Puedo pasar el tiempo con la manada en las afueras, esperándote”.
Ella sacudió la cabeza.
“No es simplemente por ti. Soy una Malinov. No puedo culparlos. Lo oportuno de la llegada es muy sospechoso. Yo sospecharía”.
Pero no estaba contenta con la hermana de él. Natalya debería haberle creído. Tenía miedo de hacerlo, más que de no creerle. Ivory no vocalizó su opinión porque Razvan simplemente aceptaba las sospechas de su hermana como hacía la mayoría de las cosas, pero si ella tuviera la oportunidad, tal vez tendría unas palabras con la mujer.
Razvan se rió en voz alta y le envolvió las manos con las de él.
“Todavía estoy en tu mente”.
Ella se ruborizó, dándose cuenta de que ella también lo estaba.
“Se siente tan natural. No pretendía que lo escucharas”.
“No me importa que des la cara por mí, pero en realidad, no es necesario. He aprendido a vivir sin la admiración de Natalya estos largos años. Sí me preocupa mi hija Lara. Espero que podamos aliviar sus problemas eliminando a Xavier, pero no tengo deseos de afectar su vida o la de Natalya, o incluso la de las tías. Estoy bien del modo que soy. Feliz de ser como soy”.
Se puso la mano de ella contra su pecho mientras caminaban, uniéndolas.
“Lara no vino a verme, lo que tú y yo sabemos que significa que no está lista para enfrentarme. Estoy incómodo ante la presencia de muchos. Las emociones, a las que no estoy acostumbrado, pueden ser difíciles. Necesito paz en mi mente, y con la combinación de su duda y su culpa presionando sobre mí, me encuentro teniendo que trabajar para mantener calmada mi mente, lo cuál no había pasado en más años de los que puedo contar”.
“Son tontos, Razvan, sin entender los que sufriste por ellos. Por toda la gente Carpathian.
“Mis tías les contarán una vez que emerjan de la tierra sanadora. Fueron mantenidas mucho tiempo hambrientas y Gregori ha pasado mucho tiempo tratando de ayudarlas a recuperarse”, dijo él. “Cuando compartimos mentes, las pude ver con claridad”. Él sonrió y esta vez sus ojos contenían afecto. “Las observé como mujeres, como él las vio, no en la forma de dragones en las que estaban cautivas. Fue… increíble”.
Ivory caminó a través de la nieve, balanceando las manos con las de él, deseando haber prestado más atención a las variadas personas en la mente de Gregori. Si no habían pertenecido a la batalla o le habían parecido importantes, había tratado de ser cuidadosa con su privacidad. Ahora, apenas podía recordar a las dos mujeres que habían salvado la vida de Razvan volviéndolo completamente Carpathian. Ellas tenían la sangre de Rhiannon, la abuela de Razvan, fluyendo por sus venas. Y Rhiannon venía de una línea Carpathian muy poderosa.
“Dragonseeker”, murmuró ella en voz alta. “Cuán a menudo ese nombre fue murmurado con sobrecogimiento y respeto. Llevas esa línea y permaneces fiel a ella”.
Empezaron a caer los primeros copos. Pequeños cristales de enorme belleza. Razvan los observó mientras caminaban, sus rastros ligeros y luego, cuando Ivory lo deseaba, inexistentes. Todavía dejaban su esencia detrás, asegurándose de que cualquiera que los quisiera rastrear pudiera ver la curva amplia de una nueva dirección.
Razvan caminaba junto a ella, sintiéndose contento, ocasionalmente recogiendo nieve en su mano y haciéndola una bola, solo para tirarla a un tronco de árbol mientras pasaban. Lo hacía sentir un poco como un niño otra vez, despreocupado y feliz, tal como cuando corría con los lobos.
“Aceptas cada momento”, dijo Ivory, “y lo vives bien”.
Él se encogió de hombros.
“Encontré que para poder sobrevivir, tenía que vivir el momento. Hago lo que sea con todo lo que soy. Lo disfruto, lo soporto, o lo sobrevivo”, dijo mirando alrededor, a la nieve flotante y a los árboles cargados con sus formaciones de cristal. “Para mí esto es el paraíso”.
“¿Caminar por el bosque a través de la nieve, esperando perder a cualquiera que nos rastrea?”, rió ella, sacudiendo la cabeza. “En realidad eres algo particular. Me gusta, pero todavía eres raro”.
La risa de Razvan fue alegre, el sonido profundo y puro, deslizándose por su cuerpo y haciendo que su corazón cantara. La hacía sentir un poco idiota, pero no le importaba; mantuvo en su rostro la sonrisa tonta.
“En este momento tenemos todo lo que podemos desear. Tú. Yo. La manada. Mira a tu alrededor. La nieve es hermosa, los árboles increíbles. Somos felices. Sea lo que sea que venga más tarde, ahora tenemos estos momentos. Justo aquí. Podemos aprovecharlos al máximo, porque nunca volverán”.
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